Hospital Geriátrico La Paz de la Tarde despidió a la última paciente institucionalizada del recinto asistencial
Florentina tenía 82 años e ingresó desde muy joven al entonces hogar de acogida y que luego evolucionó a un Hospital de rehabilitación geriátrica.
Con profunda tristeza, los funcionarios y funcionarias del Hospital Geriátrico La Paz de la Tarde, despidieron con honores y campanadas a la última de las pacientes que se encontraba institucionalizada en el Hospital y que se quedó junto a varias personas más, cuando antiguamente, algunas instituciones de salud eran consideradas asilos, donde la gente vivía casi toda su vida por distintas razones.
Florentina llegó en esa condición, con una patología mental y una triste historia. Murió ayer en el Hospital que la acogió toda su vida y se llevó con ella a sus muñecas. Fue despedida entre lágrimas por el personal y ahora descansa en el cementerio comunal, en un espacio, donde se encuentran otras personas como ella. En el mismo cementerio, también hay otro espacio donde yacen pacientes institucionalizados que nadie reclamó como parte de su familia.
Ruth González, Encargada de la Unidad de Atención del Usuario se mostró bastante afectada por la partida de Florentina, quien era parte de la familia hospitalaria y se caracterizaba por pasear por los pasillos con sus muñecas, a las cuales los funcionarios les compraron una cuna, para que Florentina pudiera dormir en su cama como correspondía.
La Dra. Rosa Vildósola, geriatra del Hospital La Paz de la Tarde señala: “Florentina era una paciente con una patología mental desde su infancia, que no fue atendida oportunamente, era tranquila, ella solo quería a sus muñecas, ya que tuvo una guagua que se la quitaron, por ello siempre andaba con sus muñecas, de hecho el personal le regalaba muñecas, tenía un coche y hasta una cuna, los funcionarios se la compraron, porque ella acostaba a todas las muñecas en su cama y ella apenas cabía en su propia cama”
Florentina tuvo dos hijas, una ya fallecida y otra niña que fue dada en adopción, con la que logró reencontrarse 20 años después y que incluso también la despidió en el funeral.
Con su fallecimiento, se cierra una etapa histórica del Hospital, explica Ruth González, ya que es el último vestigio de lo que fue este recinto antiguamente, como un asilo de ancianos, y donde las personas que se quedaron, fueron atendidas con cariño y tratadas dignamente hasta el final de sus días e incluso hoy tienen una sepultura que los recuerda.
257 pacientes del hogar de acogida que se institucionalizaron
La Dra. Rosa Vildósola, médico geriatra del Hospital, tiene amplios recuerdos de la historia del Hospital Geriátrico de Limache : “llegué a este Hospital en 1986 y Florentina estaba ya desde antes del 82, en ese tiempo éste era un Hogar, hoy es la última paciente del sistema de larga estadía que había. En aquella época, salió una ley que señalaba que el Servicio de Salud no podía estar a cargo de centros de larga estadía, entonces debimos buscar qué éramos, porque no teníamos financiamiento y aquí había 257 pacientes en esa condición. Finalmente, el Servicio de Salud lo nombró como Hospital tipo 4, Hospital Geriátrico la Paz de la Tarde y eso permitió encontrar el financiamiento, pero no podía ser hogar, y ninguna otra institución quiso hacerse cargo de estos pacientes. Muchos de ellos no tenían a nadie, otros deambulaban en la call o tenían familia, pero no sabían qué hacer con ellos y otros familiares se angustiaban, porque no se la podían con la persona, no sabían cómo hacerse cargo. La causa de ingreso era que no tenían familia, o que tuvieron accidentes cerebrovasculares o fracturas de cadera producto de caídas, o tenían muchas patologías y no sabían cómo manejarlas, entonces se pensó en hacer rehabilitación para que un porcentaje de ellos, pudiera volver a su vida y así se hizo”
Dignificación de los pacientes
La Dra. Vildósola explica la evolución de hogar a Hospital: “Se logró avanzar en convertir esto en un Hospital, con poco personal, pero muy comprometido y se logró avanzar bastante, lo primero fue trabajar por la dignificación de los pacientes y del personal, y se logró avanzar hacia un Hospital de rehabilitación geriátrica. Se autorizó que los pacientes que estaban en esas condiciones quedaran aquí hasta que fallecieran y algunos, muy pocos, volvieron con sus familias. Pero quedaron muchos pacientes institucionalizados. Incluso surgió alguna intención posterior de enviarlos a hogares, pero el personal se opuso, los defendieron”
Se cierra un capítulo de la historia, se abre uno nuevo
Al cerrarse este capítulo histórico con la partida de Florentina, la Dra. Vildósola señala sobre su futuro: “ Este Hospital ha estado en constante transformación en los últimos 35 años, en la infraestructura, la dinámica de trabajo, aprovechando las oportunidades de postular a proyectos, financiamientos, todos se ponían la camiseta para ello, hoy trabajamos como un instituto de rehabilitación geriátrico, que es lo que hacemos, hay un equipo multiprofesional que lo hace muy bien y esperamos pronto poder tener la calidad de Instituto de Rehabilitación Geriátrica”
A modo de despedida para Florentina y para ese trozo de historia que se va, manifiesta:
“Chao Florentina, gracias por tenerte, cuidarte y despedirte”